dimecres, 11 d’agost del 2010

Un día de furia lo tiene cualquiera

Hay una noticia que me ha resultado un "déjà vu", aunque en este caso entre la realidad y la ficción cinematográfica.

La realidad (según la sección "Ultimas Noticias" de ElPais.com): "Los pasajeros de un vuelo de la compañía JetBlue fueron testigos el lunes de la huida de un auxiliar por la rampa de emergencia, tras discutir con un pasajero, durante un aterrizaje. Podría pasar 7 años en la cárcel."

La ficción: película "Un día de furia" ("Falling down") de 1993, dirigida por Joel Schumacher e interpretada por Michael Douglas. Es aquella película en el que un recién despedido ingeniero se ve envuelto en una serie de acciones y reacciones que le llevan desde un atasco de tráfico hasta la utilización de un arma y, si no recuerdo mal, su muerte tras ser perseguido por la policía.

Ambos, simplemente, tuvieron un mal día. El TCP (Tripulante de Cabina de Pasajeros, comunmente llamados azafatos/azafatas) porque se peleó con un pasajero hasta más allá de la gota que colma el vaso, y el ingeniero porque no pudo soportar la tensión, ni la que él estaba padeciendo ni la que le envolvía y le impactaba síquicamente, eso que llamamos stress.

Un mal día lo tiene cualquiera, sin duda. Todos hemos perdido el control en algún momento y luego nos hemos arrepentido ... o no. Pero todos hemos perdido el control de nuestros actos, y dejado a la bestia interior descontrolada. Ese portazo en una discusión de pareja, o ese lanzamiento de un objeto contra la pared, o el envío de algún mail que después querríamos no haber escrito ... y en ocasiones el arrepentimiento no ha servido ni como consuelo, y nunca se pudo enderezar lo que entonces se torció.

Pero cuando uno está tratando con 130 pasajeros cada día, y varias veces al día, durante varios días a la semana, entonces más vale armarse de una coraza protectora anti-pasajeros. Esa gota colmadora se produjo al levantarse un pasajero y abrir el compartimento superior de equipajes mientras el avión todavía estaba en rodadura tras el aterrizaje. Al intentar que el pasajero volviera a su asiento el TCP recibió el impacto de una maleta en la cabeza, que cayó de ese compartimento abierto, y eso fue el detonante de su reacción. Tras una breve discusión abrió la puerta trasera del avión, todavía con la rampa de emergencia armada, y se fue ... a iniciar una nueva vida lejos de los aviones. Para siempre lejos, no podrá volver, nadie lo aceptará, a nadie le interesa un TCP que tuvo un mal día, a ninguna compañía le puede interesar alguien que en un mal día tiró por la borda miles de dólares en un arrebato de furia, y que puso en peligro la seguridad de todos.

Puedes tener un mal día, pero asegúrate de que no te cierras el futuro con tu mal día.

Hace unos pocos días, y esto parece no haber trascendido, un número importante de pasajeros de un Vueling, que no pudo salir por avería, embarcaron por la fuerza en otro avión de la compañía para reclamar sus pretendidos derechos (?). Era un día de furia, y esas furias desatadas zarandearon a los trabajadores de tierra de la compañía para acceder al avión, abortando de esa manera el embarque y provocando la intervención de las fuerzas de seguridad y el retraso del vuelo, y con ello la pérdida económica y la personal derivadas de cualquier retraso. Era un día de furia para todos ellos, y la pagaron con los pasajeros inocentes de otro vuelo y con el personal de tierra de Vueling (o de Iberia).

Al menos me queda la sensación de que si uno de estos días las Furias vinieran a verme al menos podría crear una página en el Facebook en la que se apuntaran miles de seguidores potenciales, o previamente, "enfuriados" (o "afuriados", que uno no está muy puesto en neologismos), afiliándose por uno u otro motivo, poco importa, que como en el caso del TCP (más de 100.000 apuntados en 24 horas) me llenarían el ego de razones para haber tenido mi Día de Furia.

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