dijous, 4 d’agost del 2011

Desmemorias fragmentarias (Introducción)

Amigo lector, primero de todo debo agradecerte que hayas comenzado por la introducción, lo cual denota un interés, inesperado para mí, por parte de cualquiera que tenga ante sus ojos estas líneas; para seguir tengo que decirte que el título responde a mi deseo de no ser demandado por ninguna de las personas que puedan aparecer en estas líneas. A buen seguro que lo harían y lo más probable es que ganaran cuantos pleitos interpusieran contra mi memoria. Por eso he tenido que ser sincero desde la primera palabra, el título, y reconocer que no me acuerdo muy bien de casi nada; además ni siquiera recuerdo todo lo relacionado con lo que recuerdo, por lo que lo más probable es que mis recuerdos correspondan más a mis ficciones que a la realidad de los demás. Dicho lo cual y una vez más, debo agradecerte que todavía estés leyendo mi introducción.

La memoria humana funciona de alguna manera incomprensible para mí, y seguro que para muchos de los demás seres humanos. Solo unos pocos sesudos investigadores y otros pocos elucubradores profesionales deben ser capaces de imaginar por qué recuerdo lo que recuerdo, por qué mi memoria funciona con flashes en color y por qué no consigo olvidar lo que me molesta de mi propia vida. ¡Sería increíblemente útil olvidar los grandes errores! Una vez que ya has aprendido la lección, ¿para qué seguir sintiendo la vergüenza del recuerdo? Claro, dirás, si olvidas el error no recordarás que eso no lo debiste hacer y repetirás tu error.

Pues me temo que eso es también erróneo, de ser así no caeríamos innumerables veces en los mismos errores. ¡Los años que me costó dejar de fumar! Aunque eso es lo de menos, lo de más es ¡las veces que lo dejé y volví! Quien no fume no sabe a qué me refiero, creo sinceramente que no hay una actividad como la de fumar para eso. El tabaco no te atonta como el alcohol o las drogas, sigues en tu plenitud intelectual mientras fumas, y a veces incluso crees que es más intelectual hacerlo o que ayuda al intelecto al conseguirse un mayor nivel de concentración mental. Sigues siendo tú mientras fumas, un tú incluso magnificado por la géstica y la personalización del consumo del cigarrillo.

Por eso debe ser tan difícil dejar de fumar. ¿A quién le gusta dejar de ser él mismo y olvidar cómo es para dedicarse a ser otro y, casi irremediablemente, un traidor a la causa del tabaquismo? ¿Y qué haré ahora?  ¿Cómo consumiré mis angustias? El vacío gestual se abre ante tí, el gestor de exhalar el humo mientras miras al techo se acabó en tu vida, el encestar un aro de humo con más humo se terminó para siempre, el repetitivo de retirarle la ceniza al extremo del cigarrillo se extinguió ... ¿Qué te queda? ¿Hacérselo a un lápiz? Dejas de ser tú y a partir de ese momento serás otro tú. Tendrás que aprender a vivir contigo y a conciliar la imagen que tienes de tí mismo con la que surja cada día.

Estoy seguro de que estás pensando que me he ido de peteneras con el tema del tabaco, que yo estaba hablando de la memoria y todo eso, pero comprenderás rápidamente que hablo de la memoria. Porque ineludiblemente la memoria reside también en los gestos, en los olores, en las actitudes, en las afirmaciones de uno mismo y en el que en conjunto uno piensa de sí mismo, tanto como en esas neuronas que malfuncionan en muchos de nosotros. Al menos mi memoria reside en esas cosas también. Lo que significa que he dejado por el camino recuerdos relacionados con esas actitudes, con esas personalizaciones que ahora cuesta de rememorar, con esos "yos" que ya no existen.

Sucede lo mismo con los cambios, casi radicales aunque hayan sido paulatinos, de actividades vitales. He sido muchas cosas a lo largo de mi vida, he inundado mis deseos de éxitos muy variados, he desarrollado mis potencialidades en direcciones bien dispares, y con cada una de ellas he enterrado la anterior. En ese entierro metí en la zanja muchos recuerdos y muchas relaciones, doliendo tanto unos como las otras.

Pero dejemos una pausa en esta Introducción, debes estar ya agotado, si has llegado a este último párrafo, y no es justo que te canse más por hoy. Mañana será otro día, o eso dicen.

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