divendres, 2 d’octubre del 2015

Eduard Granados i Gal

Murió joven, de una de esas enfermedades que ahora nos suenan al pasado, aunque son plenamente actuales en algunos países, aunque afortunadamente con pocos casos: el tifus.
Tenía 34 años cuando murió en Madrid, tal día como hoy, el 2 de octubre de 1928, en el Hospital del Rey de Madrid. Se llamaba Eduard Granados i Gal y era uno de esos compositores llamados a ser grandes, quizás ayudado por ser el hijo mayor del gran compositor Enric Granados i Campiña (1867-1916), un genio que tuvo un trágico final en el Canal de la Mancha, en 1916.

Ese hospital, el Hospital del Rey, se había inaugurado en 1925 en la Carretera de Francia, al norte de la capital española, siendo su verdadero nombre el de "Hospital Nacional de Enfermedades Infecciosas", un centro en el que, siguiendo los procedimientos de la época, se pretendía concentrar a los enfermos de ese tipo de enfermedades en un mismo lugar para evitar contagios si eran ingresados en otros centros y para centrar esfuerzos de lucha contra las mismas en un mismo centro. En Barcelona el Hospital del Mar se había inaugurado en 1905 con la misma finalidad, y de buen seguro en muchas otras ciudades de todo el mundo, como el Hospital Muñiz de Buenos Aires (Hospital de Infecciosas “Dr. Francisco Javier Muñiz"), de fundación anterior en el tiempo a los españoles de Madrid y Barcelona.

Fue enterrado en el cementerio de Chamartín de la Rosa, el que fuera un pueblo al norte de Madrid y que hoy en día es uno de sus barrios (desde 1948, que quedó integrado en Madrid), sin duda conocido en todo el mundo por contar entre sus vecinos a un equipo de fútbol de renombre universal. Hace tiempo que no existe este cementerio, cuyo terreno se incluyó en el proyecto de la Estación de Chamartín (RENFE). Los restos que había en aquél cementerio de Chamartín fueron trasladados al famoso de la Almudena.

Volviendo al tema musical, fue Eduard Granados el primer hijo del matrimonio Granados-Gal, y se dedicó a la música recibiendo clases de su padre y de otro ilustre músico catalán, Joan Lamote de Grignon (1872-1949). Tras trasladarse a vivir a Madrid recibió clases de otro buen músico, Conrado del Campo y Zabaleta (1878-1953), una eminencia musical en su época. Se inició como compositor tras la muerte de su padre, estrenando su primera obra lírica, "Bufón y hostelero", en 1917 en Barcelona, en el famoso Teatro Victoria, un local que sigue actualmente sirviendo a la lírica. Hoy mismo está programada allí la obra "Mar i Cel" del compositor Albert Guinovart. Por cierto, Isaac Albéniz i Pascual (1860-1909), otro genial compositor catalán, escribió una obra de ese mismo título "Mar i Cel", basada en un texto del escritor Àngel Guimerà i Jorge (1845-1924) que dejó inacabada en 1897.

A su muerte, acabada, pero sin orquestar ni estrenar, quedó en casa de Eduard Granados i Gal una obra que había de llevar el título "Don Nadie", pero que a la postre se estrenó con el de "El caballero Sin Nombre". El 7 de febrero de 1929 y en el Teatro Apolo de Madrid se rindió con su primera representación póstumo homenaje al compositor. Al finalizar el primer acto los autores del libreto, Leopoldo López de Sáa (1870-1936) y Rafael Sepúlveda Sans (?-1961), se negaron a salir al escenario dejando que los merecidos aplausos del público se dedicaran en exclusiva al fallecido compositor.

Decía de Eduard Granados el ABC en su crónica, fechada al día siguiente, el 8 de febrero de 1929, que el "joven artista hubiera acaso levantado el prestigio de un tipo de música tan auténticamente nuestro como la zarzuela". Añade que en la orquestación de la obra intervinieron los maestros Vives, Guridi, Rosillo, Turina, Conrado del Campo y Barrera. Todo un homenaje al fallecido autor barcelonés. En el estreno destacó un nombre, el de la cantante Selica Pérez Carpio, "admirable como actriz y como cantante", nos dice el ABC. No me cansaré nunca de ensalzar el nombre de esta gran profesional de la lírica española.

Eduard Granados impulsó, tras la muerte de su padre, la Academia que éste fundara en la capital catalana, la "Academia Granados", que con el tiempo cambiaría su nombre al actual Academia Marshall. "¡Mi padre no ha muerto, aquí tenéis su música, aquí tenéis su alma!", afirmaba emocionado Eduard.

Fue un breve paso el de Eduard Granados al frente de la Academia, y numerosos libros sobre el centro ni siquiera le relacionan con ella, no así la prensa de la época. Lo cierto es que la dirección de la Academia la asumió Frank Marshall King (1853-1959) a la muerte del maestro Enric Granados. Disculpad que me detenga a hablar de este centro, en el que cursé mis estudios de música y que forma parte tan emotiva de mi vida, pasada y actual.

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